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(Roma, Italia). Este mes de octubre acaba de publicarse una novela escrita por el colombiano Héctor Abad, autor de novelas conocidas como “El olvido que seremos”. El título de esta última novela es “Salvo mi corazón, todo está bien”. Una novela de sacerdotes escrita por un novelista que tiene poco de religioso. Trata de un sacerdote, Luis Córdoba, muy enfermo del corazón, que descubre el encanto de la vida en familia gracias dos mujeres que cuidan de él mientras espera un donante.

Hemos querido dar a conocer esta publicación debido a que la novela está inspirada en la vida del misionero claretiano Luis Alberto Álvarez, muy conocido en Colombia y en toda América latina por su competencia en diversas artes como el cine, la música, etc. que falleció joven mientras esperaba un trasplante de corazón. Escuchemos al autor:

La novela se inspira en la vida y en la obra de Luis Alberto Álvarez, que fue un sacerdote magnífico a quien las personas de mi generación, en Medellín, le debemos muchísimo. Nos enseñó a ver cine con ojos alertas, críticos y generosos al mismo tiempo. Nos ayudó a ir más lejos con la música clásica, la más sublime que existe para mí, y en particular con la obra de Mozart, a quien él adoraba. Luis Alberto tenía dos amores muy afianzados, el cine y la ópera, y era tan entusiasta y tan sincero en estas pasiones artísticas que nos contagió a muchos el mismo amor por la belleza que hay en el cine y en la música. Yo fui buen amigo de Luis Alberto, pero otras personas lo fueron mucho más que yo, así que el libro lo pude escribir gracias a lo que sus más allegados me contaron: personas de la familia, otros sacerdotes, amigas y amigos muy íntimos de él que me ayudaron con sus recuerdos del Gordo. Claro que hubo un momento en que ya no quise hablar con nadie más (cada día aparecían más y más amigos de Luis Alberto, pues era una persona muy querida) porque si no el libro se volvía una biografía, y no la novela que yo quería escribir. Al final ya no quería saber más cosas de él, para poder imaginarme mejor al personaje, que no es exactamente Luis Alberto Álvarez, sino Luis Córdoba, un cura parecido a él en muchos aspectos, pero en otros muy distinto. Tal vez en lo que era más distinto a su modelo es donde más se cruza lo que yo soy, o lo que yo imagino. La autoficción no es un género sino un destino de todo aquel que escriba novelas”.

Hace dos años se reeditó en tres volúmenes su libro: “Páginas de Cine”, una selección de los artículos que Luis Alberto escribió en distintos periódicos colombianos entre 1976 y 1995 y que no había vuelto a ser publicada desde 1998.

Luis Alberto concluyó sus estudios teológicos en el Claretianum de Roma y allí se ordenó de sacerdote el 20 de junio de 1970. Y fue en Roma donde se despertó su pasión por el cine. Asistió al cineforum del P. Taddey, jesuita, sólo para sacerdotes y religiosos, y allí se encontró con el neorrealismo italiano. Conoció los estudios de Cinecittá durante el rodaje de Medea de Pasolini. Esta pasión ya no le abandonaría más. Se relacionó con Elkin Obregón, Héctor Abad Faciolince, Carlos Gaviria Díaz. Recibió el premio Mundo de Oro, del periódico El Mundo de Medellín, y el de Honoris Causa en Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Antioquía. Una buena novela inspirada por Luis Alberto Álvarez, un gran hermano nuestro, que falleció joven con 53 años, en 1996, mientras esperaba un trasplante de corazón.

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