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La Parroquia San Antonio María Claret, en Santo Domingo, al llegar la pandemia a nuestro país, fue obediente a las recomendaciones de las autoridades, quienes desde el 19 de marzo del corriente año, indicaron que el guardarse en casa era la única y mejor forma para permanecer sanos. Tras enterarnos de la crisis sanitaria que estaba iniciando y aun se sigue desarrollando a nivel global, fuimos viendo y siendo conscientes de todos los retos a los que nos enfrentamos de manera personal y comunitaria.

 

Sin mucho tiempo para organizarnos y atravesando el camino cuaresmal, se nos hizo inevitable no extrañar todas las actividades que nos permiten vivir intensamente ese tiempo tan importante e incluso las actividades que ya hacíamos por costumbre como los cálidos saludos acompañados de abrazos de nuestros hermanos, el llegar temprano y sentarnos en los bancos de nuestra parroquia, visitar a Jesús en el Santísimo y a Nuestra madre María en su espacio o reencontrarnos con Él en el Santo Sacramento de la reconciliación, comenzamos a echar de menos el quedarnos horas y horas charlando al culminar la celebración. Eran tantas las cosas que nos hacían falta que de inmediato todos nos pusimos en sintonía, con constante oración y junto a la tecnología, comenzamos a pensar en las diferentes formas de acompañarnos y seguir nuestro camino unidos, como siempre lo hemos hecho.

Fue ahí, cuando nos dimos cuenta que nuestros corazones y almas estaban más conectadas y despiertas que nunca, comprendimos que en tiempos como este, en el que nos sentimos angustiados y solos, en el que echamos de menos hacer muchas cosas que ahora no podemos, Jesús ha estado con nosotros, muchas veces en silencio escuchándonos, muchas otras ansioso por hablarnos, y nos ha llevado a comprender que la única manera de sentirnos acompañados es hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayudar y apoyar al prójimo, que aun en la distancia podemos estar presente. Nos hizo comprender que nuestra tranquilidad y conformidad dependen del darnos a quienes nos necesitan y sentirnos en comunidad sin importar cualquier circunstancia, que los abrazos y besos pueden darse de diversas maneras, y es así como, con mucha dedicación, esfuerzo y de la mano de Dios, se comenzó a llevar a cada hogar las Celebraciones Eucarísticas dirigidas por nuestro Párroco, P. Juan Andrés Hidalgo Lora; las reflexiones diarias del P. Jesús María Amatria y nuestro hermoso Rosario de la Aurora. Y poco a poco comenzaron a surgir ideas y actividades, como la Pascua Juvenil virtual y los proyectos en solidaridad a los barrios cercanos, nació la hermosa acción de “Llamadas solidarias” y todos los encuentros virtuales de nuestras comunidades. De esa forma, nos hemos mantenido caminando juntos, creando conciencia y cuidándonos. No fue fácil adaptarnos, pero lo logramos.

Hoy, encomendados por el Espíritu Santo y pidiendo la intersección de Nuestra Santísima madre María, hemos seguido los mandatos de nuestras autoridades y junto a un equipo de logística, que se encarga de velar por el seguimiento de todas las medidas necesarias para cuidarnos, nuestra parroquia ha abierto sus puertas nuevamente y nos hemos ido reintegrar, con sus limitaciones, pero muy conscientes de que todas las decisiones se han tomado bajo el amor de nuestro Padre, con el mayor deseo de que permanezcamos sanos. Jesús sabe que no ha sido fácil, pero, desde su irresistible amor, Él nos abraza y nos envía a todos a mantenernos unidos, que Él está en ti y está en mí.

 

https://www.youtube.com/watch?v=qtPiItZt1jQ

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