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(Santiago de Cuba). Hay momentos únicos en la vida de un cristiano. Momentos que definen un antes y un después en esa vida. En el caso del joven CASSAMAJOR MICHELET MIGUEL JUNIOR JOSEPH, CMF, el antes significó preparación, oración, estudio, discernimiento y acción pastoral durante 11 años; el después ha sido la CONSAGRACIÓN DEFINITIVA, el SÍ TOTAL al servicio apostólico y misionero en la Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María.

Desde el 13 de agosto de 2022, Cassamajor es un Misionero Claretiano. Hizo su Profesión Perpetua aquí, en la parroquia de La Santísima Trinidad, ante el P. Juventino Rodríguez Pérez CMF y una comunidad parroquial que fue testigo emocionado, en una fecha entrañable para la Congregación: la Fiesta de los Beatos Mártires Claretianos de Barbastro.

Fue una eucaristía en apagón. Pero no hicieron falta los micrófonos ni las luces artificiales. Las voces resonaron en el ámbito del templo. La Palabra del Señor vibró en cada corazón atento. Los hermosos cantos del coro y las letanías cantadas por Vivian nos estremecieron con su fuerza y hermosura.

Fue, repito, una eucaristía en apagón. Cassamajor pudo haber elegido hacer su profesión perpetua en República Dominicana, pero prefirió hacerlo aquí, en esta comunidad a la que llegó hace un año para completar su formación como misionero. Prefirió estar aquí en este momento definitivo de su vida,  a sabiendas de que algunas circunstancias desfavorables que estamos viviendo, podían dificultar la presencia de algunas personas,  de que hay carencias…

Y no estuvieron presentes algunas personas esperadas: su familia no pudo viajar a Cuba; tampoco pudo hacerlo el P. Fausto Cruz Rosa CMF, Superior Mayor de la Delegación Claretiana de Antillas. Y a falta de sus parientes, el P. Juventino llamó al presbiterio a los miembros de la Familia Claretiana: los Misioneros, las Misioneras, los Seglares, y a representantes de la comunidad parroquial llamados por el propio Cassamajor. Nos tocó asumir el papel de la Familia  en ese momento en que el P. Juventino, entrelazando con fuerza las manos de Cassamajor arrodillado ante él, escuchó la solemne fórmula de profesión: (…) Por tanto, hago voto a Dios de castidad, pobreza y obediencia para siempre y me comprometo a vivir en la comunidad de vida apostólica de esta Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, según sus Constituciones, que observaré con todo el cuidado posible (…) Con el abrazo de Cassamajor a cada uno de nosotros cobraron nuevamente vida aquellas palabras de Jesús cuando dijo: “(…) Estos son mi madre y mis hermanos. Pues cualquiera que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 14).

Vivir de cerca un acontecimiento como este es de esos regalos que el Señor nos reserva para experimentar  gozo y gratitud

Vivir de cerca un acontecimiento como este es de esos regalos que el Señor nos reserva para experimentar  gozo y gratitud porque sigue enviando obreros a su mies, porque sigue suscitando vocaciones a la Vida Consagrada, porque sigue derramando su Gracia en jóvenes que optaron por entregarse totalmente en cuerpo y alma a Cristo, bajo el manto bendito de María y según el estilo de nuestro Padre Fundador San Antonio María Claret.

¡Que el Señor siga derramando sus bendiciones sobre Cassamajor, que,

ya como Misionero Claretiano para siempre,

seguirá acompañando el caminar de esta comunidad!

¡Gracias por todo, Señor!

Por Mirtha Clavería, SC.

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